DECÁLOGO DEL BUEN ARGUMENTADOR

  1. Prepararse bien. Picasso decía que la inspiración existe pero tiene que pillarte trabajando.
  2. Lo importante aquí no es efectuar una exposición completa, exhaustiva, sino más bien clara, razonablemente informativa, que estimule la discusión.
  3.  La amplitud excesiva del discurso aumenta las probabilidades de cometer errores y corre el grave riesgo de provocar cansancio en el oyente.
  4.  En una discusión, en un debate racional, esforzarse porque el otro tenga razón -como alguna vez propuso Borges— parece demasiado. Pero esforzarse por entender bien lo que el otro ha dicho es una exigencia moral.
  5.  Cuando se argumenta en defensa de una tesis, no estar dispuesto a conceder nunca nada al adversario es una estrategia incorrecta y equivocada. Hace difícil o imposible que la discusión pueda proseguir y muestra en quien adopta esa actitud un rasgo de carácter, la tozudez, que casi nadie aprecia en los demás.
  6.  Cuando se argumenta con otro, uno puede tener la impresión de que los argumentos de la parte contraria funcionan como una muralla contra la que chocan una y otra vez nuestras razones.Pero hay que intentarlo por otra vía. Esa maniobra debe hacerse sin desviar la cuestión. Es decir, no se trata de disparar torcido, sino de disparar desde otro lado, cambiando la posición.
  7.  La argumentación no está reñida con el sentido del humor, pero sí con la pérdida del sentido de la medida. Hay ocasiones en que no es apropiado hablar en broma (por ejemplo, del holocausto, del genocidio de un régimen militar...) y hay bromas y bromas. Para distinguir unas de otras, el mecanismo más simple y efectivo consiste en ponerse en el lugar del que tiene que soportar la broma.
  8.  No se argumenta bien por hacer muchas referencias a palabras prestigiosas, autores de moda, etc. Lo que cuenta es lo que se dice y las razones que lo avalan la calidad y fortaleza de esas razones son responsabilidad exclusiva del que argumenta.
  9.  Insistir una y otra vez en ir al punto, en fijar cuidadosamente la cuestión.
  10.  Cada persona que argumenta tiene su estilo propio y es él el que ha de esforzarse, primero, por encontrarlo, y luego, por elaborarlo.

Comentarios

Entradas populares